jueves, 6 de octubre de 2016

CLASE 8 - 07 / 10 / 2016 - FILM NOIR -CINE NEGRO / CIENCIA FICCIÓN

Film Noir / Cine negro

http://www.avizora.com/publicaciones/cine/textos/textos_002/0021_cine_negro.htm

La fuente más cercana al cine negro es la novela negra norteamericana, derivada por su parte de la novela policíaca que guarda no pocas relaciones con la novela negra inglesa -el gothic tale del siglo XIX-.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el lector francés, ávido devorador de relatos policíacos de origen norteamericano que en muchos casos se encuadraban en obras de corte popular y que usaban el crimen como entretenimiento, parecía haber perdido su interés, debido a que, superada la opresión nazi, el crimen ya no era un motivo frívolo.


Así, en 1945, el editor Marcel Duhamel reunió un buen puñado de novelas con un único común denominador: seguir la tradición anglosajona, fiel al realismo y a la crítica social, con autores tan diversos como Raymond Chandler, Dashiell Hammett, Horace McCoy o Jim Thompson. Jacques Prévert, le proporcionaría a éste el nombre genérico para una colección de estas características, "Série Noire", ('Serie Negra'), un velado homenaje a la palabra "Black" ('Negra'), tan influyente en la evolución de la novela realista norteamericana de tema criminal.

El término de "Série Noire" comenzó a utilizarse en relación al género negro cinematográfico cuando tras la aparición de la colección de Duhamel llegaron a Francia desde el otro lado del Atlántico películas como El halcón maltés (1941) de John Huston(adaptación de la obra de Hammett), Historia de un detective (1944) de Edward Dmytryk y El sueño eterno (1946) de Howard Hawks (basadas en novelas de Chandler), o Perdición (1944) de Billy Wilder (adaptación de una novela de James M. Cain).

A principios de los años veinte, finalizada la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos se convierte en la primera potencia económica mundial.

La aparición de los "pulps" - baratas (revistas populares), impresas en papel de pulpa (de ahí su nombre), que no eran más que relatos para consumo llenos de violencia, crímenes y acción-, atrae a las grandes urbes a hombres sin escrúpulos que sólo buscan un rápido enriquecimiento.

Una rápida secuencia de acontecimientos provoca la aparición de la novela negra de corte claramente realista y del género negro. 
En primer lugar se aprueba la ley Volstead de 1919, la conocida como "Ley Seca", lo que hace que surjan bares clandestinos controlados por bandas mafiosas y cuyos clientes, al ser aprobada la ley, se convierten en delincuentes habituales, muy bien reflejado en la tetralogía de Josef von Sternberg (La ley del hampa -1927-, Los muelles de Nueva York -1928-, La redada -1928- y Thunderbolt -1929-).

Sigue a esto el crash de la bolsa neoyorquina en febrero de 1929 (el llamado Martes Negro), que sume al país en una crisis social, económica y de valores sin precedentes en la historia de los Estados Unidos. Esto desencadena el pesimismo más absoluto en los norteamericanos, y dio lugar a las películas más violentas del subgénero de gángsters: El enemigo público (1931) de William Wellman, Hampa dorada (1931) de Mervyn LeRoy o Scarface (1932) de Howard Hawks. 


La entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, a raíz del bombardeo de Pearl Harbour por los japoneses el 7 de diciembre de 1941, sumerge al país en el desasosiego y el temor más absolutos, que se traduce en producciones como El halcón maltés (1941) de Huston, Perdición (1944) de Wilder, o La mujer del cuadro (1944) de Lang, claves de un género que vive durante esos años su edad de oro, y que refleja fielmente el sentir de una América inquieta inmersa en plena guerra.


El cine negro de aquel tiempo muestra la inquietud de una sociedad que, a pesar del desenlace de la Guerra (Estados Unidos queda como primera potencia militar del mundo), ve cómo la desmovilización de los excombatientes, el inicio de la Guerra Fría y la paulatina transformación de la industria bélica en una industria civil mucho menos próspera traen consigo el desempleo, la delincuencia y, sobre todo, la desilusión general ante la pérdida de los más elementales valores morales. 

En la década del ´40, la rebelión de algunos realizadores fue castigada con una nueva legislación, esta vez preconizada por el senador Mac Carthy, y culminó con la persecución o el alejamiento de todos aquellos que resultaran ser sospechosos de "progresismo", posición que fue declarada enemiga de la "democracia".

A esto siguió una ola de denuncias que erradicó de Hollywood a figuras de primera línea, como por ejemplo a Paul Muni, Charles Chaplin, Joseph Losey, y ma sist a sus denunciadores - Elia Kazan, John Wayne, Adolphe Menjou- dotados a partir de entonces de reluciente galardones.

En 1947, el Comité de Actividades Antiestadounidenses sostuvo audiencias durante nueve días por acusaciones de propaganda e influencia comunista en la industria cinematográfica de Hollywood. Al negarse a contestar algunas preguntas del comité, los Diez de Hollywood fueron sentenciados por desacato, lo que llevó a que la industria los pusiera en la lista negra. Con el paso del tiempo, el sabotaje por parte de los estudios se extendió a más de trescientos artistas y afectó a directores, locutores, actores y, en especial, guionistas. Solo el diez por ciento pudo reconstruir su carrera en la industria del entretenimiento. En cuanto a los demás, algunos se vieron forzados a emigrar para continuar trabajando, como en el caso de Charles Chaplin, mientras que otros escribían bajo pseudónimos o utilizando el nombre de colegas.

Gracias a estas medidas, el cine del sistema, que se declaraba apolítico y negaba a sus opositores el derecho de denunciar sus ideas, se convirtió en el cine político por excelencia, tal como lo afirmara el brasileño Glauber Rocha. No hablar de política no significa necesariamente no hacerla, y el cine norteamericano, al exaltar el "american way of life" -del que da una visión idílica y estereotipada- no hace sino trabajar en favor de la política de los grupos económicos que manejan la sociedad dominante.

EL MACARTISMO Y LA PROPAGANDA POLÍTICA



Hollywood entra en crisis

En 1948, los tribunales de justicia les obligaron a desprenderse de las cadenas de cine, debiendo limitarse a la producción de las películas, perdiendo la distribución.




la popularización de la televisión. Las series de televisión barrieron con las series de matinée, y los noticiarios televisivos reemplazaron a los cinematográficos.

avances técnicos como la pantalla panorámica, gracias a innovaciones como el cinerama o el cinemascope.

se estandarizó el cine en color. 

el cine en blanco y negro quedó relegado a películas de bajo presupuesto o en las que era necesario por razones exclusivamente artísticas.


El cine estadounidense de los 40

La década de los cuarenta se inicia con Ciudadano Kane (1940), dirigida por Orson Welles.


Estos años estuvieron marcados por la producción de películas de "cine negro", con excepcionales aportaciones en obras como El halcón maltés (1941), de John Huston, con Humphrey Bogart; Casablanca (1942) de Michael Curtiz, con una pareja protagonista inolvidable: Ingrid Bergman y Bogart.


Todo este periodo de angustia, que se cierra a finales de la década de los cincuenta, encuentra su metafórico espejo en el cine negro que será, además, uno de los géneros más visitados junto a, por ejemplo, el western y la ciencia ficción, por los perseguidos del maccartismo (las listas negras del Comité de Actividades Antinorteamericanas), que los utilizarán como medio de protesta contra la represión político-ideológica que sufre el país en general y la industria cinematográfica en particular.


La última película de este período se considera “Sed de Mal” de Orson Wells (1958)



Características estéticas 

Hay ciertas características que agrupan a los film noir, pudiendo servir como elementos que lo definen:

· La figura del detective privado de carácter duro que lo ha visto todo en la vida, como personaje central.

· A modo de contraparte, nunca falta la figura de femme fatal. Una mujer de gran belleza, sutil, erótica y provocativa. Representa mucho más peligro al protagonista, que el asesino que investiga.

· En la parte artística el elemento que más distingue a una película de cine negro es unaspecto visual sombrío gracias a la utilización de una paleta de colores blanca y negro, además de iluminación tenue, fotografía de profundidad de campo y ángulos extremos de filmación. Estilísticamente, el film-noir es claro descendiente del expresionismo en su iluminación de manchas y sus encuadres inclinados.

· Escenas nocturnas con humedad en el ambiente, se juega con el uso de sombras para exaltar la psicología de los personajes.

· En la parte de temática y guión. Este género innovó mucho en la parte de cambiar la forma narrativa de la historia, alternando entre el protagonista y otros participantes. Y casi siempre muestra al protagonista no necesariamente como un héroe sino como un forastero, que sufre de una relación nefasta con la sociedad y que por su desgracia nunca cambia su estatus de persona no grata. Perjudicado por la difuminada frontera entre lo bueno y lo malo; y la ambigüedad del motivo de sus actos.

La grandeza del género radica en que además de poseer un alto valor estético, también gozaron de gran popularidad porque sus temas trataban acerca de la condición humana y la fragilidad de este modo de vida “moderno” que vivimos.



Cine Negro - Mujeres fatales



10 características esenciales del cine negro, según Roger Ebert

http://enfilme.com/notas-del-dia/10-caracteristicas-esenciales-del-cine-negro-segun-roger-ebert


Roger Ebert, el último gran crítico de cine de los Estados Unidos era un apasionado del género noir. Aunque en su lista del Criterion Collection del 4 de abril del 2013: Roger Ebert’s 141 “Great Movies”, incluyó solo dos películas noir -The Third Man (1949) y The Killing (1956)-, el conocedor abundó en el género. En una entrevista con el programa de radio To the Best of Our Knowledge, Ebert dijo que en el cine negro los personajes dan una lección:

“Son más débiles de lo que creen, y son capaces de cometer los males más terribles sin que lo sospechen.”

Su visión filosófica nos aclara el abismo nihilista en el corazón del noir. Para Ebert, el cine negro, a pesar de su brutalidad psicológica, eran más que nada, estilo. En su entusiasta reseña de 2005 sobre Sin City escribió:

“No se trata de la narrativa, sino del estilo…un libro de historietas que cobra vida y que se alimenta con esteroides.”

Diez años atrás, opinó así sobre la explosión noir de mediados de los años 90:
Ni siquiera desde su época de esplendor (entre 1940-1955), el cine negro había sido tan popular.

Los ejemplos que despliega Ebert van desde películas tan hiper-estilizadas como Pulp Fiction (1994), Exotica (1994), Seven (1995) e incluso Batman Forever (1995), todos estos filmes según él, tienden a una expresión clásica noir, los lugares, y los vestuarios fetiches. 



En 1995, el crítico dedicó otro de sus estudios al cine negro: A Guide To Film Noir Genre

En su texto, Ebert escribe sobre las características del cine negro clásico, y resume gran parte de su pensamiento sobre los temas sombríos y manierismos estilísticos de este género sórdido. A continuación, te compartimos diez observaciones esenciales de Ebert, sobre lo que el cine noir es:

1.- Un término francés que significa "cine negro", o cine de la noche.

2.- Una película que en ningún momento te hace creer que habrá un final feliz.

3.-Las locaciones son sitios que tienen un vaho a noche, de las sombras, de callejones, de las puertas traseras de los lugares de lujo, de edificios de apartamentos con una alta tasa de rotación, de taxistas y camareros que lo han visto todo.

4.-Cigarros. Todo el mundo en el cine negro siempre está fumando, como si la consigna fuera: “Por encima de todo lo demás, me han asignado acabarme tres paquetes por día".

5.-Las mujeres están prestas a matarte como a amarte, y viceversa.

6.- Para las mujeres: Escotes bajos, sombreros flexibles, rímel, lápiz labial, vestidores, tocadores, tacones altos, vestidos color rojo, guantes hasta el codo [...]

7.-Para los hombres: Sombreros de ala, traje y corbata, hoteles residenciales en mal estado con un letrero neón que parpadea a través de la ventana, coches con estribos, comensales toda la noche [...]

8.-Películas filmadas en blanco y negro, o que te hacen sentir que lo fueron.

9.-Las relaciones en las que el amor es solo el pase hacia el fracaso final en el juego de póquer de la muerte.

10.-El género más estadounidense del cine, porque ninguna sociedad podría haber creado un mundo tan lleno de fatalidad, el destino, el miedo y la traición, van todas juntas, a menos que fuéramos esencialmente ingenuos y optimistas.



El cine estadounidense de los 50
el cine de género continuará su marcha con singulares aportaciones.
el western se revisan sus planteamientos: el indio ya deja de ser el malo de la película-La hora señalada (1952), de Fred Zinnemann, y Raíces profundas (1953) de George Stevens.



El cine negro con La jungla de asfalto (1950), de Huston, muestra su eficacia.


El musical alcanza su cumbre con las aportaciones de Stanley Donen y Gene Kelly (Un americano en París, 1951; Cantando bajo la lluvia, 1952).






La ciencia-ficción influenciado por la literatura de la época y por la tensión de la "guerra fría" entre las dos superpotencias (Ultimátum a la tierra, 1951, de Robert Wise; El increíble hombre menguante, 1957, de Jack Arnold).




Cómo se hizo "Ultimatum a la tierra" ("The Day the Earth Stood Still" making-of) 

 



El aluvión noir  en el cine argentino
Por Paula Vazquez Prieto
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-8438-2012-12-09.html

Durante las décadas del ’40 y el ’50, el cine argentino produjo más de cien películas policiales y perfeccionó los aspectos narrativos y formales del género de la mano de directores como Daniel Tinayre, Carlos Hugo Christensen, Hugo del Carril, Hugo Fregonese, Don Napy y Román Viñoly Barreto.
Películas influenciadas por los policiales norteamericanos, pero también por el neorrealismo, que intentaban una mirada sobre el escenario político argentino, dominado, claro, por el primer peronismo.
Como el rabioso despertar de un malestar tan onírico como fecundo, el cine policial oscuro y amargo que azotó la aparente calma de la posguerra norteamericana impactó de lleno, con su estela tenue e intermitente, en la cinematografía vernácula a fines de la década del ’40.
Mezcla de un manierismo visual heredado de la fotografía expresionista, que tan buena acogida había tenido al otro lado del Atlántico, y cierta asepsia documentalista, un poco fascinada por los descubrimientos neorrealistas y otro poco asediada por la necesidad de una mirada más honesta y severa sobre la realidad de entonces, el policial argentino retrató, con dispares resultados pero con genuina lucidez, el escenario conflictivo y en constante transformación de los albores peronistas.



NEGRO POR TODAS PARTES
El llamado film noir del que tanto han hablado críticos e historiadores del cine, pero que tanto cuesta definir, fue la más enérgica de las ambiciones de un lenguaje todavía joven y por ende enamorado de sus convenciones. Síntesis entre la novela negra y la estética barroca de los cines alemán y nórdico del período mudo, el término surge de las revistas francesas que evocan su propia tradición en esa reacción romántica contra el costumbrismo moralista de la literatura y el cine clásicos.
El crepúsculo de la década del ’30 había sumergido al cine de Hollywood en un cóctel tan explosivo como fructífero que combinó las frustraciones engendradas por todo aquello que las políticas de inclusión del New Deal no habían resuelto y el temor creciente a la situación de tensión que se estaba viviendo en Europa. La llegada a EE.UU. de numerosos artistas escapados del fascismo hizo sentir su influencia en distintas áreas de la industria como la fotografía o la dirección de arte. El interés que años atrás había despertado la literatura policial en su variante hard boiled (denominada así por el héroe protagonista, generalmente detective, endurecido y en permanente ebullición) hacía eco en el cine, y las historias se propagaban en imágenes sórdidas que develaban un territorio propicio para trazar subterráneas parábolas políticas o incisivos reclamos sociales.
Paradójico en su esencia, el cine negro buscaba desorientar al espectador, sumergirlo en un mundo pesadillesco donde todos los males podían ocurrir y el brazo del destino se convertía en una prisión ineludible. Pero esa misma vocación de contravenir las normas sociales exigía un registro hiperrealista que, en obvio coqueteo con el documental, mostrara al público que ese mundo no se alejaba demasiado de la realidad que conocía.
Pero, en definitiva, ¿qué es el film noir? Tal vez una invención francesa para denominar un estilo cinematográfico cuya esencia tiene que ver con ambientes oscuros, pasiones sórdidas, acciones violentas e irracionales, y un erotismo perverso y contracultural. Percepción astuta y rendidora, si las hubo, ese interés parisino por la negrura se propagó al calor del recuerdo de aquellas opacas tinieblas de entreguerras, que asomaban en películas como Pepe le Moko (Julien Duvivier, 1936), La bestia humana (Jean Renoir, 1938) o El muelle de las brumas (Marcel Carné, 1938), melodramas poéticos donde el pobre Jean Gabin, con su mueca triste y su boina deshilachada, purgaba amores contrariados entre el crimen y el castigo. De ese encuentro entre la admiración y el distanciamiento, el cine francés parió el polar, exponente frío, distante y desapasionado que tendría tanto arraigo en nuestro cine como el noir americano, pero como una especie de derivación esteticista de ese apasionamiento romántico que mitigaba sus excesos sentimentales bajo un velo de ironía y sofisticación.

LOS MALEANTES DE LA ESQUINA
Si bien autores con diferentes poéticas como Horacio Quiroga y Roberto Arlt han coqueteado con el policial desde principios del siglo XX, Jorge Laforgue y Jorge Rivera, en su libro Asesinos de papel, señalan que antes de los ’40 la literatura policial en la Argentina era todavía “parcial, fragmentaria y aislada”, y carecía del interés y la masividad que caracterizó al género posteriormente, cuando se conformaron las más prestigiosas colecciones detectivescas como El Séptimo Círculo de Emecé Editores (dirigida por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares), la Colección Misterio, la Biblioteca de Oro de Molino, y Evasión y Serie Naranja de Editorial Hachette y Pistas, entre otras. El público, por entonces, también era asiduo escucha de emisiones radiales sobre historias de policías y criminales como Ronda policial o Lisandro Medina, el agente de la esquina.
Entre la florida producción literaria, que llegó a revistas como Leoplán y Vea y Lea, que frecuentemente incentivaban la participación de escritores argentinos mediante concursos literarios, y la vigencia del radioteatro, el policial argentino hundió sus raíces en aquella tradición que combinó el noir con el recién nacido polar y logró en el cine manifestaciones tan propias como resistentes al paso del tiempo, que hoy a la distancia no sólo representan una radiografía de aquella época sino un claro testimonio de formas expresivas de fuerte potencialidad dramática.

DE CRIMENES Y PECADOS


Tal vez de toda la historia del policial cinematográfico  No abras nunca esa puerta (1952) de Carlos Hugo Christensen, es una de las joyas destacada,  inspirada en dos relatos del norteamericano William Irish, emblema de la novela negra cuyas historias fueron adaptadas por Alfred Hitchcock en La ventana indiscreta y François Truffaut en La novia vestía de negro y La sirena del Mississippi. En este caso más que negras, negrísimas, las historias se alternan en ambientes rurales y urbanos plagados por igual de sombras espesas y secretos inconfesables que evidencian el conspicuo interés de Christensen por ahondar en relaciones familiares ambiguas, opresivas y con claros ribetes incestuosos.
Partiendo del modelo canónico de la femme fatal como mujer ambiciosa y despiadada que pone en jaque el rol tradicional de la esposa devota y madre amorosa, Christensen afirma la inestabilidad de la figura masculina y desequilibra aún más la guerra de los sexos que se empezaba a hacer evidente en el cine de los primeros ’50. Con una estética crispada de contraluces vigorosos, No abras nunca esa puerta respira esa atmósfera viciada de las películas clase B del noir americano que traslada con una precisión ajena a toda impostura a nuestros espacios familiares.


Apenas un delincuente (1948) de Hugo Fregonese comienza con un cartel que informa: “Esta es una historia de la ciudad. Sucedió o pudo suceder hace varios años”. De producción independiente e inspirada en una noticia de la prensa sensacionalista, presenta imágenes aceleradas de una Buenos Aires febril, filmada en ángulos picados, con el condimento de una voz en off que atribuye el delito al ritmo frenético e incansable de las grandes urbes modernas. Hay algo que hace propio el relato, más allá de su anclaje en estructuras temáticas y de puesta en escena del cine norteamericano: el protagonista es un porteño desesperado por encontrar una salida a la vida que lleva, alguien que busca “zafar” y encuentra en la senda criminal el camino para acercarse a ese a sueño.

La estética de Daniel Tinayre, a veces demasiado expositiva y redundante, logró con Deshonra (1952) una de las más intensas películas de cárceles de mujeres, con todas las connotaciones sugerentes que se harían cliché en el cine explotation de los ’70, pero que adquieren aquí una honesta candidez. Flora (Fanny Navarro) es condenada por un crimen que no cometió y su periplo carcelario se viste de un melodrama tenso donde la referencia evidente del nuevo protagonismo de las instituciones en pleno apogeo peronista se combina con una asfixia que hace de la violencia una clara manifestación de los enfrentamientos irreconciliables. En un elenco de estrellas como Tita Merello, Mecha Ortiz, Aída Luz y la misma Fanny Navarro, destaca Golde Flami en el papel de la lesbiana que elude el estereotipo, un poco evocando el universo de Amarga condena (1950) de John Cromwell, un poco desplegando auténticas complejidades no muy vistas en el policial clásico.


Artefacto curioso si los hay, Culpable (1960) de Hugo del Carril llega cuatro años después de su obra maestra Más allá del olvido para condensar muchas de las búsquedas que el poeta maldito había experimentado en aquel épico melodrama mortuorio. Basada en una obra teatral de Eduardo Borrás que reflexiona sobre la responsabilidad individual y el libre albedrío, Culpable recupera el aura distintiva del dandysmo francés que burla al destino ominoso y decide por voluntad propia el camino de la tragedia.





Del  director uruguayo Román Viñoly Barreto: La bestia debe morir (1952), El vampiro negro (1953) y Orden de matar (1965) permiten apreciar la intensa creatividad visual que despliega Viñoly Barreto combinada con un vigor místico que recuerda las obras más tempranas de Fritz Lang. La locura, la degradación moral y la crueldad son los tópicos frecuentes de un cine que desnuda el trasfondo atroz de la moral judeocristiana: en el sinsentido moderno nada ni nadie es inocente. Como en Scarlet Street (1945) de Lang, ni el burgués bien pensante atrapado en su infeliz matrimonio, ni la vampiresa berreta de medias caladas, ni el cafishio repulsivo y seductor. No hay redención en el mundo material y el perdón divino se hace extraño y etéreo.
De aquel mundo plagado de tinieblas, de personajes oscuros y ambiguos, de ambientes húmedos y pegajosos, de pasiones perversas e improductivas, de finales amargos y muchas veces punitivos hacia el crimen y la violencia, quedó el exceso, la insolencia, la imágenes arrebatadas de un mundo de contrastes y enfrentamientos que recién se inauguraba y que todavía hoy no deja de hacerse presente.



APORTES PARA COMPLETAR LOS TEMAS:

 

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